¿Harto de basura literaria y libros de autoayuda?
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Escribo literatura clásica. La posteridad se encargará de corroborarlo.
De entrada tengo que advertir que, desde hace muchos años, estoy «técnicamente» loco: en mi persona coexisten 3 identidades (almas, las llamo yo): juan Rayos, el Bicho y yo.
Juan Rayos es un profeta loco, el Bicho un pieza de cuidado y yo… Yo estoy más loco que los dos juntos.
El caso es que los tres somos escritores.
De manera que en los emails de mi Newsletter se alternan los escritores: A veces escribe Nacho Iglesias, otras juan Rayos, y otras el Bicho.
** Rayos, el Bicho y yo te invitamos a descubrir nuestro mundo literario… ¿Te lo vas a a perder?
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Un ratito de buena lectura literaria alimenta el espíritu, estimula la creatividad, aumenta la cultura y fomenta la inteligencia.
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«Misión imposible»
Si Cervantes fracasó un montón de veces antes de triunfar con el Quijote, ¿Por qué no me iba a pasar a mí lo mismo?
No me refiero a fracasar un montón de veces, eso ya lo he hecho, jeje, sino a triunfar con mi Quijote particular: La novela en curso El llavero, que va a dar que hablar.
NOTA: No me diréis que no es ésta una «misión imposible»: Vivimos en un mundo sobresaturado de información, y tú me dirás el interés que ofrece de primeras otro vulgar aspirante a escritor literario que, no sólo no ofrece a priori algo que nadie necesite, sino que además tiene que competir con todos los clásicos y todos los excelentes escritores contemporáneos, cuya obra puede obtenerse a muy bajo precio, cuando no gratis.
¿Cómo voy a afrontar esta misión?
Muy sencillo: Regalando buena parte de mi literatura a mi Lista de Suscriptores, entre los que puedes estar tú.
Esta Presentación Web es para obtener lectores de calidad.
Soy un escritor multi-género.
¡Ojo! No hablo de Sexo: para eso ya hay gente cualificada gente aclarándonos a todos la cosa: hay machos, hembras, hembras con los penes colgando, machos con delantera y sexo femeninos… Y casi tantos géneros como personas distintas. Faltaría más.
No, no es una cuestión de género sexual.
Soy multigénero porque escribo cuentos, poesía, novela, ensayo filosófico, artículos de opinión, guiones, copywriting, etc.
Algunas piezas te encantarán, otras te parecerán los desvaríos de un loco y, en algunos casos, habrá suscriptores que se sientan inspirados y compartan mis textos con sus amigos.
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Durante el bachillerato sacaba siempre Matrícula de Honor en las asignaturas de Lengua y Literatura.
Tanto en literatura de todos los géneros como en múltiples ámbitos, he leído lo que no está escrito, desde los grandes clásicos hasta los escritores contemporáneos (y sí, lo confieso: también leo libros de autoayuda).
Cursé las carreras de Filosofía e Imagen y Sonido. Me inicié en los audiovisuales con un Curso para Guionistas de cine y TV.
He hecho —y sigo haciendo— un montón de Cursos y Masters de toda índole.
La escritura ha sido siempre una parte fundamental de mi trabajo.
De hecho, he escrito centenares de guiones para spots de cine y TV y vídeos de todos los tipos para todo tipo de empresas e instituciones, algunas muy conocidas. También he escrito centenares de creatividades y copys para webs, anuncios en prensa y revistas, folletos publicitarios, etc.
En cuanto a la escritura literaria, ya he dicho que llevo practicándola desde muy niño, pero hasta hace poco más de un año no me había planteado seriamente la posibilidad de difundirla. El primer resultado es la reciente publicación de mi novela de amor y fantasía La niña de la estrella, escrita en 2001 (es decir, mucho antes de que la IA te escribiera ella solita Best Sellers automáticamente). El segundo resultado es esta web y —especialmente— los emails de mi Newsletter, a la que puedes suscribirte en esta misma página. Y vendrán más: Prometido.
Respecto a los deportes: he practicado boxeo inglés, boxeo tailandés, wing tsun… y, de chavalito, mucha pelea callejera (los más de mil puntos de sutura que llevo en el cuerpo lo atestiguan).
También pilates, alpinismo, senderismo, escalada y mi gran pasión: el submarinismo.
Tampoco se trata de que yo tuviera que hablarle con palabras. A veces lo hacía, pero más por cuestión de énfasis dramático que por necesidad de comunicación. El viento sabía lo que yo quería decirle. Siempre. De inmediato.
Es importante para mí –y, en varios sentidos, doloroso– el hecho de que con nadie más me ha ocurrido esto. Esta inmediatez, esa entrañable intimidad. Jamás. Con toda otra persona o entidad he necesitado, para comunicarme, pronunciarme, por así decirlo, en voz alta, de una u otra manera: mediante algún acto físico.
En realidad, cuando era pequeño el viento jugaba conmigo, más que comunicarse. Me acariciaba, me zarandeaba o me empujaba… y, de pronto, me desconcertaba con un brusco frenazo: el silencio de algún punto y aparte. Alargaba este silencio hasta asustarme, haciéndome creer que me había abandonado… para, justo entonces, volver a jugar conmigo.»